Investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, del CONICET, Fundación Azara y nuestra Universidad, dieron a conocer el primer hallazgo de una tortuga marina en la Mesopotamia. Los fósiles fueron hallados en las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre Ríos y tienen una edad cercana a los 10 millones de años de antigüedad.
La localidad de Paraná además de ser la capital de la provincia de Entre Ríos es la cuna de una serie de hallazgos paleontológicos de gran relevancia para entender la evolución de la fauna que vivió en Argentina durante los últimos diez millones de años.
En aquel entonces, el río Paraná era posiblemente parte de un profundo mar que invadió Sudamérica y alcanzó el norte del continente, inundando toda la región chaqueña incluyendo Bolivia y Paraguay. Este mar era de aspecto tropical y en el abundaban ballenas, delfines y cachalotes, manatíes y aves buceadoras eran frecuentes en sus costas. En tierra firme perezosos gigantes, gliptodontes y aves gigantes dominaban el ambiente.
En los antiguos sedimentos depositados por aquel mar suelen encontrarse restos fósiles, incluyendo la mandíbula de tortuga que los paleontólogos han dado a conocer esta semana. Este fósil es semejante al de tortugas marinas como la Tortuga Verde o la Tortuga Carey y representa el primer resto de este grupo de tortugas encontrado en Argentina. La mandíbula fósil posee una amplia superficie masticatoria con la que esta tortuga podría haber triturado los invertebrados que formaban parte de su dieta.
Con el retroceso del “Mar Paranaense” y el progresivo enfriamiento de los océanos ocurrido hace unos 8 millones de años, es posible que estas tortugas, adaptadas a climas cálidos, hayan reducido su distribución e incluso hayan desaparecido de los mares del mundo.