Tráfico ilegal de huevos de fauna silvestre: ¿un problema regional?

Artículo publicado en el Boletín de actualidad sobre la Conservación de la Biodiversidad en la Región Neotropical de Fundación Azara. Por Hernán Ibáñez , María Jimena Grisoli , Andrea Rita Marrero y Leandra Formentão

Históricamente, Sudamérica ha sido proveedora de fauna silvestre para el comercio ilegal contribuyendo a que, en la actualidad, muchas especies se encuentren amenazadas. En las últimas décadas comenzó a evidenciarse en la región una nueva práctica de tráfico ilegal: la extracción de huevos de aves de ambientes naturales para abastecer principalmente al mercado internacional de animales de compañía. Teniendo en cuenta que la información sobre este tipo de delito aún es escasa, resulta fundamental visibilizar la problemática con el propósito de generar estrategias a nivel regional para combatir el comercio de fauna silvestre.

El comercio ilegal es una de las principales amenazas que enfrenta la fauna silvestre en América del Sur. Esta región posee gran variedad de ambientes naturales, y su diversidad biológica se encuentra entre las mayores del planeta.

El comercio ilegal es una de las principales amenazas que enfrenta la fauna silvestre en América del Sur. Esta región posee gran variedad de ambientes naturales, y su diversidad biológica se encuentra entre las mayores del planeta.

Las aves son el grupo que más se ve afectado por el tráfico ilegal, y la extracción de ejemplares de su hábitat
natural para comercio organizado, que incluye tanto adultos como pichones, suele ser una actividad recurrente en
gran parte de esta extensa región. En las últimas décadas comenzó a registrarse una nueva variante: la colecta de
huevos del medio silvestre, la que afecta principalmente a las aves. Este cambio en el modus operandi del tráfico ilegal de fauna silvestre puede relacionarse con las ventajas de transportar huevos en lugar de animales vivos: los huevos no generan olor, no emiten sonido, ocupan menos espacio y por lo tanto son trasladados más fácilmente. Por otra parte, y a pesar de la fragilidad y sensibilidad a las variaciones de temperatura y humedad, la mortandad de embriones de los huevos sería menor en comparación con la de los pichones y adultos, puesto que estos últimos suelen ser sometidos a condiciones de hacinamiento y maltrato. Son ocultados en espacios muy reducidos con la finalidad de no ser detectados por los controles.

A su vez, los traficantes acostumbran a utilizar diversas técnicas para evitar la mortandad de estos embriones, por ejemplo, realizando el transporte de los huevos dentro de incubadoras. Por otra parte, los escasos procedimientos donde se ha detectado tráfico de huevos mencionan que la principal forma de traslado ilegal se realiza adosándolos al cuerpo del traficante, donde pueden ser mantenidos a una temperatura constante cercana a la ideal para la incubación de la mayoría de las especies. Tal método, similar al utilizado por traficantes de droga es conocido comúnmente
como “envainado”. Es difícil de ser descubierto por los agentes de control, debido a que en las terminales aeroportuarias la persona que los transporta sólo pasa a través de un arco detector, y no activa alertas, porque el material traficado es de origen orgánico. Por el contrario, el equipaje de mano o despachado, es inspeccionado por medio de equipos de rayos X, lo cual permite al operador la visualización de todo el contenido del equipaje ya sea que se trate de material orgánico o inorgánico.

Pero lo que sin lugar a dudas ha ocasionado un incremento del tráfico de huevos es el alto valor que alcanzan algunas especies silvestres en el mercado internacional, ya sea por su dificultad de crianza, por su grado de amenaza de extinción, por tratarse de especies de distribución reducida o endémicas, y por la alta demanda que tienen algunas otras como animales de compañía.

Una vez en el país de destino, estos huevos pueden ser ingresados a criaderos registrados, dentro de los cuales son incubados y “blanqueados” como animales nacidos en cautiverio una vez que eclosionan. De esta manera se puede obtener la documentación legal de un ejemplar proveniente del tráfico ilegal de fauna silvestre.

Este tipo de tráfico ilegal deja en evidencia la complejidad de la problemática a escala mundial, ya que detrás de semejantes hechos se encuentran en muchos casos organizaciones criminales transnacionales con estructura, logística y asignación de tareas, que obtienen un beneficio económico a partir de un delito grave; desarrollando características similares a las de cualquier otro tipo de organización criminal.

A pesar de la complejidad que conlleva el tráfico de huevos, es muy escasa la información con la que se cuenta, tanto a través de la literatura científica como de documentos oficiales de instituciones gubernamentales o entidades dedicadas a la protección y conservación de la vida silvestre. La fuente de información disponible corresponde únicamente a artículos periodísticos y noticias.

Uno de los países pioneros en visibilizar la problemática fue Australia, y posteriormente Portugal, país que generó una alerta. En relación a Sudamérica, fue Brasil la nación que recientemente dio a conocer una serie de procedimientos.

Por contar con información tan limitada, se hace dificultoso generar estadísticas que sirvan para trazar patrones sobre el tráfico ilegal de huevos. Sí se sabe que la extracción de manera ilegal es extremadamente perjudicial para las poblaciones de fauna silvestre. No solo por la extracción en sí, sino también por los métodos que emplean los traficantes: en algunos casos: matan a los adultos que se encuentran al cuidado del nido y en otros suelen destruir directamente los nidos.

Lo último es frecuente en el caso de las aves Psittaciformes (loros, cotorras, parabas, guacamayos, etc.), que nidifican en árboles de gran altura, en muchos casos son talados para extraer los huevos o pichones de estas aves. La pérdida definitiva de un hueco natural es muy perjudicial para aves que los utilizan para nidificar y tardan años en formarse naturalmente en arboles añosos. Este modo de colecta ilegal no solo va en detrimento de la conservación de la fauna silvestre, sino también del ambiente en su conjunto.

La exigua información existente para este tipo de actividad ilícita, menciona a América del Sur como una de las principales regiones proveedoras de fauna y pone en evidencia que las especies más afectadas pertenecen a los órdenes de los Psittciformes, Falconiformes (halcones, gavilanes, etc.), Strigiformes (búhos y lechuzas) y a la familia Ramphastidae (tucanes). Tal comercio ilegal abastecería especialmente el mercado de animales de compañía, coleccionistas y cetreros de Europa y Asia.

Una de las rutas que se ha logrado documentar es la de Brasil-Portugal, conocida a partir de las incautaciones realizadas en el último país. También existe evidencia de conexión entre distintas fronteras de la región, como es el caso del traficante descubierto con huevos de Falconiformes en el aeropuerto de Guarulhos, Estado de Sao Paulo, durante un trasbordo aéreo procedente de Chile.

Teniendo en cuenta este antecedente y que muchas especies sudamericanas comparten su área de distribución entre distintos países, en muchos casos no es posible determinar el origen de los huevos traficados.

No obstante la escasez de información disponible, recientemente se han registrado algunos avances que amplían el conocimiento sobre esta práctica ilegal. Autoridades de la Policía Federal brasilera incubaron huevos incautados bajo esta modalidad de tráfico, para identificar las especies involucradas. Aunque algunos de estos huevos no eclosionaron debido a la mortalidad o la ausencia del embrión los que lo hicieron se identificaron como pertenecientes a las especies Amazona rhodocorytha (amazona crestirroja), Anodorhynchus hyacinthinus (guacamayo jacinto), Ara chloroptera (guacamayo rojo) y Otus choliba (alicucu común). En otro procedimiento realizado en el aeropuerto de Manaus, se incautaron 31 huevos que intentaban ser transportados a Lisboa y fueron remitidos a la Universidad Federal de Santa Catarina donde se determinó, mediante análisis de ADN que correspondían a la especie Graydidascalus brachyurus (curica verde). A partir de esta investigación, la universidad comenzó a desarrollar un protocolo de respuesta rápida que permitirá a los organismos de control actuar en caso de nuevos decomisos de huevos. El tráfico de huevos de reptiles, aunque sería menos frecuente que el de las aves e involucraría menor cantidad de especies, no deja de ser importante a partir de la gran cantidad de unidades decomisadas. En un procedimiento realizado recientemente en la región de Amazonas, Brasil, se secuestraron más de 2.000 huevos de tortugas. En 2019 fueron secuestrados en la Ciudad de Florianópolis, Estado de Santa Catarina, Brasil, 800 crías de tortugas de la especie Trachemys sp. (tigre de agua) que pretendían comercializar en la ciudad. El modus operandi de la organización se basaba en retirar huevos de las lagunas del Estado de Rio Grande do Sul y, una vez eclosionados, comercializar sus crías.

Durante 2017 se decomisaron 50.000 huevos de tortuga en diferentes operativos de control realizados en el departamento de Beni, Bolivia según reportes de la Secretaría Departamental de Medio Ambiente y Recursos Naturales
de la misma gobernación. Ese mismo año, la Policía Fluvial de la Armada Boliviana decomisó más de 5.377 huevos
de tortuga de río en la capital del mismo departamento.

La falta de información y difusión sobre esta particular modalidad de tráfico ilegal de fauna silvestre lleva a
que, en muchos casos, los organismos encargados de la fiscalización en las terminales aeroportuarias no sospechen que pueda estar ocurriendo. En consecuencia, el personal destinado a los controles no tiene claro qué debe buscar para prevenir el delito ni cómo hacerlo, sin contar que, en caso de un decomiso, tampoco estén capacitados para remitir rápidamente los huevos decomisados a las instituciones científicas idóneas que podrían lograr su eclosión y eventualmente determinar mediante un análisis de ADN las especies involucradas.

En tal sentido, es relevante lograr la visualización del problema, lo que llevará a la profesionalización y la articulación entre los distintos actores competentes en la fiscalización, como así también con las instituciones científicas que cuentan con los recursos para determinar las especies objeto del tráfico ilegal y, eventualmente, la zona de extracción.

La coordinación con instituciones científicas es particularmente relevante porque éstas incluso
podrían destinar los ejemplares eclosionados de los huevos decomisados a proyectos de conservación.
En relación a lo antes mencionado, debemos destacar que, en la 1º Conferencia de Alto Nivel de
las Américas sobre el Comercio Ilegal de Vida Silvestre, llevada a cabo en Lima, Perú, en octubre
del 2019, se elaboró una declaración que, entre otros puntos, menciona lo siguiente:

– Hacemos un llamado a la comunidad regional e internacional a tomar acciones urgentes y coordinadas en las Américas y en otras partes del mundo en la lucha contra el comercio ilegal de vida
silvestre y a reconocerlo como un delito grave, que tiene consecuencias adversas para las especies y
ecosistemas de la región y para la economía, la seguridad y el bienestar de sus pueblos indígenas y
poblaciones locales.

– Conscientes que la supervivencia de muchas especies en la región está amenazada por redes criminales transnacionales dedicadas al tráfico de vida silvestre, sus partes, productos y derivados, incluyendo el furtivismo y otras formas ilegales de extracción de fauna y flora, y reconociendo que estos grupos
delictivos podrían estar asociados a otras actividades ilícitas como la tala, pesca y minería ilegal, el
tráfico de drogas y de armas, el lavado de activos y la corrupción.

Finalmente, creemos conveniente tener muy en cuenta algunas experiencias exitosas que se concretaron en otros continentes: Entre 2014 y 2015 la Unión Africana elaboró un documento con estrategias para combatir el comercio ilegal de fauna y flora durante los próximos 10 años (2015-2024)
en todo el continente. Si consideramos este antecedente, sería fundamental diseñar e implementar
estrategias regionales para afrontar la lucha contra las organizaciones criminales que atentan contra
la biodiversidad en Sudamérica.

Agradecimientos: A Ricardo Banchs, Sergio Domingo y Leonardo Ibáñez.