Paleontólogos del CONICET, Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, Fundación Azara, Universidad de Louisville (Estados Unidos) y nuestra Universidad, acaban de publicar el estudio de una egagrópila fósil de 60 millones de años excepcionalmente preservada en tres dimensiones conteniendo restos óseos en su interior. El fósil proviene de la localidad Punta Peligro (Chubut), de rocas sedimentarias que datan del principio de la Era Cenozoica.
La egagrópila, producida por un ave según los autores, es la evidencia indirecta de la presencia de aves de presa de la época aún no halladas en el registro fósil. Por su parte, los huesos fósiles contenidos en la egagrópila correspondían a los de una rana a la que llamaron 𝐶𝑎𝑙𝑦𝑝𝑡𝑜𝑐𝑒𝑝ℎ𝑎𝑙𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑟𝑜𝑠𝑎, por haber sido el “sabroso” bocado de otro animal. Para acceder al interior de la egagrópila sin dañarla y estudiar los huesos fósiles fue fundamental hacer una microtomografía computada, cuyas imágenes permitieron generar una superficie tridimensional de los huesos, imposibles de visualizar desde la superficie de la bola fósil.
El estudio de la egagrópila y de la nueva especie 𝐶𝑎𝑙𝑦𝑝𝑡𝑜𝑐𝑒𝑝ℎ𝑎𝑙𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑟𝑜𝑠𝑎 permiten estudiar diversos aspectos de las relaciones paleoecológicas de un ecosistema ya extinto, planteando nuevos interrogantes que con futuros trabajos de campo en el marco de nuevas investigaciones podrán ser respondidos.
Sobre el hallazgo
La localidad chubutense de Punta Peligro, donde se exponen sedimentos del Banco Negro Inferior de la Formación Salamanca, suele ser muy visitada por equipos paleontológicos, no solo debido a la riqueza y diversidad de su material fosilífero, sino también a que los restos de la fauna que allí se pueden encontrar corresponden a los comienzos de la Era Cenozoica; es decir, la etapa geológica inmediatamente posterior a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno ocurrida hace 65 millones de años -que marcó el fin de la Era Mesozoica-, en la que desaparecieron la mayoría de los dinosaurios junto con tres cuartas partes de los géneros biológicos que habitaban la Tierra en aquel momento. En aquellas rocas de unos 60 millones de años de antigüedad pueden hallarse distintos grupos de vertebrados, especialmente mamíferos y cocodrilos, que sobrevivieron a aquella extinción y habitaron la Patagonia durante los inicios de la nueva Era.
En el año 2002, en el marco de una expedición al sitio, encabezada por el paleontólogo argentino Guillermo Rougier -investigador de la University of Louisville (Estados Unidos)-, fueron hallados y extraídos restos fósiles de una rana que se encontraban preservados en una estructura poco habitual. A diferencia de lo que suele ocurrir, los huesos del animal no se hallaban ni separados ni articulados, sino que estaban “anudados” entre sí, lo cual resultaba muy llamativo.
Pese al interés que suscitaba el material, las dificultades que planteaba tanto su preparación -debido a la dureza del sedimento combinada con la fragilidad de los fósiles- como su análisis detallado hicieron que se postergara la posibilidad de hacer una caracterización más acabada del mismo y que quedara pendiente determinar si se trataba o no de una nueva especie.
Finalmente, dieciocho años después de aquel hallazgo, una investigación publicada hoy en la revista especializada Papers in Palaeontology, coordinada por la investigadora del CONICET en el Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas (CCNAA) de nuestra Universidad, Paula Muzzopappa, da cumplimiento a esa cuenta pendiente en un trabajo que aporta más información de la que se esperaba en un comienzo.
Dadas las dificultades que imponía el material fósil, Muzzopappa lo llevó a la empresa tecnológica YPF Tecnología (Y-TEC, CONICET-YPF) con el propósito de aprovechar su potentes microtomógrafos para hacerle una microfotografía computada y así poder acceder a los huesos ocultos en el interior de la extraña estructura sin necesidad de desarmarla.
“Yo no me explicaba cómo podía ser que la rana se hubiera conservado de esa manera. Ahí fue cuando apareció Agustín Martinelli, investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET) y otro de los autores del trabajo, quien comprendió que el fósil que estaba tratando de estudiar era, en realidad, una egagrópila. Esto explicaba la forma en que habían quedado anudados los huesos de la rana. Saber esto nos permitió seguir avanzando con la investigación con una perspectiva más amplia”, afirma Muzzopappa.
Fuente:
CONICET.
Publicación:
Muzzopappa, Paula; Martinelli, Agustín; Garderes, Juan Pablo & Rougier, Guillermo. 2020. Exceptional avian pellet from the Paleocene of Patagonia and description of its content: a new species of calyptocephalellid (Neobatrachia) anuran. Papers in Palaeontology doi: 10.1002/spp2.1333
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/spp2.1333
Ilustración:
Juan Pablo Garderes