Pandemia y Knowmad

Artículo de la Dra. Ana Lamas, directora de la carrera de Periodismo de UMAI, para el portal elobservatoriodeltrabajo.org

Juntos, alejados, solos o en compañía, conectados y comunicados, algo de eso nos dejó la pandemia. Empezamos a incluir en la cotidianeidad experiencias desconocidas, vínculos humanos extraños y de lo que no hay duda, es que cambiamos hacia un paradigma de vida diferente. En lo económico, lo laboral, lo social, lo educativo y en todo ámbito donde la virtualidad haya penetrado, vimos mutaciones. Confinados en nuestras más o menos confortables casas o departamentos, desarrollamos una capacidad adaptativa nueva y a la fuerza, debimos adoptar otros modelos de vida.

La pregunta es ¿cómo sobrevivir a este cambio laboral, que junto a la educación constituyen ordenadores de la vida familiar? ¿Cómo convertirse en trabajador nómade del conocimiento o Knowmad, sin morir en el intento? ¿Cómo se educó y formó ese trabajador que “dio en el clavo” y logró sortear satisfactoriamente el cambio hacia la virtualidad?

Desde el modelo industrial, educación y trabajo caminaron de la mano y fueron funcionales uno al otro: ubicación de los trabajadores en línea y alumnos en bancos uno detrás del otro; para ambos, horarios rígidos y tareas repetitivas.

Desde la escuela y la Universidad se disciplinaba al futuro trabajador. El parámetro de valoración era objetivo, se medía cuánto se poseía, cuánto conocimiento explícito o duro se sabía producto de lo que impartía la escuela, estaba en los libros y se aprendía linealmente hoja por hoja. Pero ese modelo ordenado, por efecto de las TIC, se transformó y el conocimiento se convirtió en valor de cambio. Las empresas demandaron además del conocimiento duro, una serie de competencias blandas, cultura general, creatividad, sentido lúdico y del humor, que se adquieren fuera de las instituciones educativas. Por streaming se puede ver y escuchar un concierto, visitar museos en las antípodas y leer hipertextualmente. Con tutoriales de YouTube se puede “aprender haciendo”, con los videos juegos se adquieren capacidades estratégicas y por las redes sociales se puede vivir “con otros” en la horizontalidad, sin jerarquías rígidas. El trabajador que se desplazaba de su casa a la empresa cumpliendo ocho horas allí ya no se mueve de una silla y trabaja por el mundo. Y de pronto hay cada vez más de esos “trabajadores nómades del conocimiento”, que mueven conocimiento y pensamiento sin desplazar su cuerpo ¿Pero a qué llamamos con más precisión trabajador nómade del conocimiento?

Dentro del ecosistema laboral, el trabajador nómade del conocimiento se denomina knowmad. El término es la síntesis de dos palabras konw/conocimiento y nomad/nómade. Su tarea se venía anunciando levemente en el nuevo escenario, pero irrumpe estrepitosamente en el contexto de pandemia, dejando a algunos trabajadores en el camino, a otros casi sin aliento y los que pudieron, se recompusieron reconvirtieron o reinventaron su actividad. El knowmad usa la tecnología en la horizontalidad de la red, funciona en equipo y puede trabajar casi con cualquiera, durante el tiempo y el espacio no del cronómetro ni de los kilómetros, sino del clic.

Pero, si todos los trabajadores se han formado en las instituciones educativas del sistema que garantiza los mismos conocimientos ¿cómo algunos trabajadores logran esa reconversión y otros no? Y la respuesta es breve pero no sencilla: es necesario “aprender a desaprender”. Significa superar los modelos anacrónicos, abrir la mente, saber que el error sirve para crecer, caer y levantarse. Implica desarrollar las competencias blandas, tales como ser curioso, entusiasta, respetuoso, responsable, honesto, empático, colaborador.

Demanda recuperar el espíritu lúdico y la sagacidad para jugar. En síntesis, pide sentir pasión por lo que se hace y se sabe hacer, compromiso consigo mismo, con el otro y siempre dispuesto al cambio.

Pero ¿dónde se aprende a desaprender, ¿quién lo enseña, es algo innato de algunos elegidos? Cambiar modelos mentales negativos de “no puedo”, “nunca lo voy a lograr”, “no tengo edad para eso”, o modelos de abulia como “no tengo ganas ahora”, “mañana lo hago”, “ya estoy cansado” y desarrollar conciencia plena de querer buscar firmemente el bienestar es el primer paso. Por eso, en ocasiones el camino no es buscar más y más aprendizaje formal. El coaching, la psicología, el mindfulness, la educación abierta y el aprendizaje colaborativo son unos de los tantos caminos que se abren y que ayudan a dar el primer paso. Cuando la educación formal las integre, tal vez, sería otra la historia.

Aprender a desaprender, nos remite a Borges en “El jardín de los senderos que se bifurcan”, cuando aludió a las redes del tiempo “divergentes, convergentes y paralelas” y a las infinitas posibilidades de los laberintos. Así es “aprender a desaprender” un entramado de habilidades duras y blandas, personales, en busca de una idea, de un sueño… cada uno tiene un recorrido, laberíntico, a veces se sale triunfante; otras veces se enreda con obstáculos y se claudica.

Quedarse en el obstáculo y no buscar otros recorridos es morir al cambio, a la capacidad de aprender, desaprender y disfrutar.

Fuente: https://www.elobservatoriodeltrabajo.org/pandemia-y-knowmad-por-ana-m-lamas/