Grupo de científicos descubre el posible origen de los reptiles voladores

Los pterosaurios son reptiles voladores bien conocidos, aunque los científicos nunca se pusieron de acuerdo en qué lugar del árbol genealógico de los reptiles deberían entrar. Uno de los autores de la publicación científica es Federico Agnolin, investigador del CONICET, Fundación Azara y nuestra Universidad.

En el registro fósil, nunca se había encontrado un antecesor que mostrará características intermedias entre los pterosaurios y algún grupo de reptiles terrestres. El origen de los pterosaurios es uno de los principales misterios de la paleontología de vertebrados desde su primer descubrimiento hace más de 200 años.

Ese gran vacío acaba de completarse a partir de un estudio realizado por un numeroso equipo internacional de paleontólogos argentinos, estadounidenses, brasileños y europeos, entre los que participan investigadores de la Fundación Azara.

Uno de los grupos que se consideraba como precursores de los dinosaurios son los enigmáticos reptiles lagerpétidos, unos pequeños animales que habitaron la tierra entre unos 230 a 208 millones de años antes del presente, y de los cuales se conocían muy pocas partes de su esqueleto. Pero, a partir de nuevos hallazgos de la mandíbula y del cráneo, los investigadores pudieron reconocer que estos reptiles estaban cercanamente emparentados con los famosos pterosaurios voladores.

Los lagerpétidos, fueron unos reptiles terrestres incapaces de volar y de aspecto semejante al de una lagartija. Sin embargo, gracias a este estudio, pudieron reconocerse algunos rasgos en su cerebro y en su oído interno que eran preadaptaciones que posteriormente permitirían a los pterosaurios desarrollar el vuelo. Estructuras en el cerebro de los lagerpétidos muestran que al igual que los pterosaurios tenían una mayor capacidad de procesamiento de información, por ejemplo, entre el ojo, el resto de la cabeza y los miembros de su cuerpo, por lo que tenían una mayor coordinación visual, entre otras características.

La investigación fue publicada en la revista Nature: https://www.nature.com/articles/s41586-020-3011-4