Hallazgo de investigador de Azara y UMAI revela detalles desconocidos de la evolución de las serpientes

El trabajo de Fernando Garberoglio, investigador de Fundación Azara y nuestra Universidad, fue publicado en la prestigiosa revista Science. Se trata de una investigación crucial para reconstruir los primeros pasos en la historia evolutiva de las serpientes modernas.

“Najash rionegrina” es una antigua serpiente fósil de menos de 2 metros de largo, pero 90 millones de años de antigüedad que fue descubierta en La Buitrera, una localidad fosilífera situada cerca de Cerro Policía, en el noroeste de Río Negro, a unos 1.300 kilómetros de Buenos Aires.

Se la conoce desde 2006 en que fue publicada en la revista Nature y muchos especímenes fueron colectados a la fecha. Sin embargo, nada se conocía del rostro de esta antigua serpiente.

En 2013, el entonces estudiante de la UBA Fernando Garberoglio halló en La Buitrera el cráneo con vértebras del cuello de un espécimen de Najash y presentó su solicitud de beca de CONICET para estudiar el vasto material de serpientes de La Buitrera en nuestra Universidad (Fundación Azara), bajo la dirección de los paleontólogos Sebastián Apesteguía (CONICET) y Michael Caldwell (Universidad de Alberta, Canadá).

La Buitrera se viene estudiando desde 1999 y ha provisto una impresionante lista de hallazgos completamente nuevos como dinosaurios (Buitreraptor, Alnashetri), reptiles esfenodontes (Priosphenodon), mamíferos (Cronopio), tortugas y peces.

Las expediciones a La Buitrera fueron realizadas mediante un convenio con la Agencia Cultura del Gobierno de la Provincia de Río Negro. Los materiales fósiles corresponden al Museo Provincial Carlos Ameghino, de la ciudad de Cipolletti.

No solo de patas vive el hallazgo

Najash se hizo famosa por ser la primera serpiente con patas hallada en Argentina. Sin embargo, desconocíamos su rostro. El fósil sorprendentemente bien preservado de la cabeza de Najash muestra que aún poseía un hueso del pómulo presente en los lagartos, el yugal.

“Najash poseía un tipo de cráneo móvil, aspecto que heredaron y potenciaron las serpientes modernas, pero no poseía dientes de veneno ni podía abrir la boca a un tamaño mayor que su propia cabeza, como sí hacen las serpientes modernas”, sostiene el primer autor del trabajo, el Lic. Fernando Garberoglio, becario doctoral del CONICET en la Fundación Azara.

“Esta investigación revoluciona nuestro entendimiento sobre el hueso yugal en serpientes y otros lagartos”, dice Michael Caldwell, profesor del Departamento de Ciencias Biológicas y de Ciencias de la Tierra y la Atmósfera de la Universidad de Alberta, en Edmonton, Canadá y co-autor del
estudio. “Después de 160 años mal identificado, este trabajo corrige este importante rasgo basándose en evidencia empírica, en lugar de sólo inferencias”.

“La Buitrera nos muestra los fósiles más detallados de hace casi 100 millones de años, de principios del Cretácico Superior, un momento del que conocemos muchos gigantes, pero en el que vivían también animales pequeños, como serpientes, lagartos, mamíferos y ranas”, detalla el Dr. Sebastián Apesteguía, co-autor del trabajo, investigador del CONICET y líder del grupo de trabajo de La Buitrera en la Fundación Azara.

Bocas grandes y pequeñas

Las serpientes constituyen un grupo de reptiles muy conocido entre el público general. Ellas nos han generado pavor y admiración desde tiempos inmemoriales y sus cuerpos y atributos han sido y son aun objeto de culto en muchas regiones del mundo. Aún en la Biblia, juegan en el Génesis un rol preponderante. Sin embargo, se ignora mucho aun acerca del origen de su cuerpo y, sobre todo, de su cráneo. Por décadas, el entendimiento de los paleontólogos sobre el origen de las serpientes ha estado condicionado por el limitado registro fósil. Los nuevos fósiles presentados en este estudio son cruciales para reconstruir los primeros pasos en la historia evolutiva de las
serpientes modernas.

“Nuestros resultados soportan la idea de que los ancestros de las serpientes modernas fueron formas grandes, terrestres y de boca amplia – en lugar de formas pequeñas y subterráneas como se pensaba previamente -” explica Fernando Garberoglio. “Este estudio también revela que las primeras serpientes mantuvieron sus miembros posteriores por un periodo extenso de tiempo, previo al origen de las formas modernas, las cuales en su mayoría los han perdido completamente.”

Los fósiles descritos en este estudio son parte de un linaje antiguo de serpientes que habitó mayormente el continente de Gondwana, en el hemisferio sur, y parece estar relacionado únicamente a un reducido número de serpientes modernas.

Los investigadores pudieron visualizar las estructuras del cráneo del espécimen utilizando microtomografía computada (micro-CT) para examinar los pasajes de nervios y arterias, así como estructuras óseas, que de otra manera serían imposibles de ver sin dañar el fósil.

“Esta investigación es indispensable para comprender la evolución del cráneo de las serpientes ancestrales y modernas” añade el Dr. Caldwell.

El trabajo, titulado “New skulls and skeletons of the Cretaceous legged snake Najash, and the evolution of the modern snake body plan,” fue publicado en la revista Science Advances (doi:10.1126/sciadv.aax5833).