Un equipo de científicos, liderado por la Dra. Mariana Chuliver, investigadora de la Universidad Maimónides y Fundación Azara -y primera autora del estudio-ha realizado un hallazgo paleontológico clave para la comprensión de la evolución de las ranas y los sapos. Publicado en la revista Nature, este descubrimiento muestra el fósil más antiguo conocido de un renacuajo, que data de 165 millones de años. El fósil fue encontrado en la Estancia La Matilde, Santa Cruz, Argentina, y revela aspectos fundamentales sobre la evolución del ciclo de vida de los anuros, grupo que incluye a ranas, sapos y escuerzos.
El fósil pertenece a Notobatrachus degiustoi, una especie antecesora de los anuros modernos. Con un tamaño de 16 cm, el renacuajo presenta una conservación excepcional, incluyendo detalles como el esqueleto, el cráneo y hasta el aparato hiobranquial, lo que ha permitido a los investigadores confirmar que su alimentación se daba por filtración. Este descubrimiento es un avance crucial para entender la adaptación evolutiva de los anuros y fue posible gracias al trabajo conjunto de la Fundación Azara, el Museo Argentino de Ciencias Naturales, la Academia de Ciencias de China y nuestra Universidad.
«El registro fósil de renacuajos es muy escaso, lo que ha mantenido enigmática la evolución de la fase larval de los anuros», comenta Mariana Chuliver, primera autora del estudio e investigadora de UMAI y de la Fundación Azara.
Este nuevo hallazgo, que sitúa el origen de las larvas de anfibios muy cerca del grupo de los anuros actuales, revela que la morfología de los renacuajos ha permanecido casi sin cambios durante los últimos 160 millones de años.
Un hallazgo en tierras patagónicas
El fósil fue descubierto en enero de 2020, en una expedición liderada por el Dr. Fernando Novas (CONICET) y el Dr. Xu Xing (Academia de Ciencias de China) en el noreste de la provincia de Santa Cruz. Aunque el objetivo inicial era la búsqueda de dinosaurios, fue el paleontólogo Matías Motta quien descubrió la laja con el renacuajo de Notobatrachus degiustoi, marcando un antes y un después en la investigación de los anuros prehistóricos.
Federico Agnolín, coautor del trabajo e investigador del MACN, UMAI y la Fundación Azara, señala: «El nivel de conservación de este fósil permite entender detalles sobre cómo vivían y se alimentaban los renacuajos en el Jurásico. Este tipo de descubrimientos no solo enriquecen nuestro conocimiento sobre el pasado, sino que colocan a la Fundación Azara como un actor clave en la paleontología global».