Meraxes, el gran devorador de dinosaurios

Estudio a cargo del Museo Bachmann de Villa El Chocón, la Fundación Felix de Azara, la Sección de Ciencias de la Tierra del Field Museum of Natural History de Chicago, la Universidad de Minnesota (EEUU) y nuestra Universidad.

El sitio, la época y las rocas

La Barda Atravesada de las Campanas, cortada por el cañadón del mismo nombre, es un sitio árido de rocas rojizas que dista unos 20 kilómetros de Villa El Chocón, provincia del Neuquén. En la zona afloran rocas conocidas como Formación Huincul, depositadas a principios del Cretácico Superior (de unos 96 a 93 millones de años de antigüedad), de una época en la que convivían los mayores de todos los dinosaurios herbívoros del mundo, incluyendo a cuello-largos como el titanosaurio Argentinosaurus, junto a rebaquisáuridos de tamaño mediano y largas colas, y veloces iguanodontes que escapaban de carnívoros de todo tipo, desde aquellos pequeños y emplumados emparentados con las aves a terópodos medianos como el abelisáurido Skorpiovenator y los colosales carcarodontosáuridos, los más grandes dinosaurios carnívoros de todos los tiempos.

Dinosaurios carcarodontosáuridos ya eran conocidos para la Formación Huincul. De aproximadamente los mismos niveles que el hallazgo que presentamos hoy vienen Mapusaurus (Neuquén) y Taurovenator (Río Negro), mientras que de capas un poco más antiguas viene el enorme Giganotosaurus (Neuquén).

La fauna de la Formación Huincul se parece mucho a las capas africanas coetáneas de Kem Kem, en Marruecos y Bahariya en Egipto. Estas composiciones similares pueden ser evidencia de semejanzas por el hábitat y la época o, más sencillamente, consecuencia del evento de separación continental entre América del Sur y África un poco antes en el Cretácico.

Búsqueda y hallazgo.

En el año 2012, un convenio entre el equipo paleontológico del Museo “Ernesto Bachmann” de Villa El Chocón, el Área de Paleontología de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y The Field Museum, con financiamientos de The National Geographic Society, la Municipalidad de Villa El Chocón, la Fundación Azara y The Field Museum (Chicago, EEUU), resultó en el hallazgo de numerosos huesos de dinosaurios en un campo situado a poca distancia de la costa norte del embalse Ezequiel Ramos Mexía, en la provincia de Neuquén.

En las reuniones de preparación del viaje, se decidió sobre un mapa impreso el punto de dónde partiría la exploración para la búsqueda de restos fósiles, dispuestos a recorrer un radio de varios kilómetros. Lo que nadie sabía es que el éxito estaría muy cerca del punto de inicio proyectado. Es así que, una vez dejado el vehículo e iniciada la prospección, pocos minutos después aparecieron, a pocos metros de distancia entre sí, los esqueletos de dos dinosaurios herbívoros del grupo de los rebaquisáuridos, un titanosaurio y, a no más de 20 metros, el esqueleto del enorme carnívoro casi completo que hoy presentamos. Una vez hechos estos hallazgos, no hizo falta seguir explorando el área y todo el trabajo se centró en ese único sitio.

La tumba de arenisca

El dinosaurio carnívoro murió en una zona barrosa cercana a un río y sus restos se descompusieron en ese mismo lugar. Luego, algún carroñero se llevó uno que otro hueso. Alguna crecida de agua parece haber arrastrado algunos huesos más y desarmado parte del esqueleto…pero no todo. Los huesos que quedaron de este dinosaurio carnívoro se hallaban en parcial articulación. Es decir, que muchos huesos se hallaban en conexión anatómica, como ocurrió por ejemplo con los huesos de sus patas o algunas vértebras. Otros, en cambio, se hallaban sueltos en la roca, pero en su sitio esperado, dejando en claro que sufrieron algún leve movimiento o transporte por el agua antes de quedar enterrados en su posición definitiva. Aunque los huesos de este dinosaurio quedaron enterrados en un suave lodo, el curso del río cercano cambió y trajo arena, depositando encima del nivel barroso de los huesos una gruesa capa, que se ve hoy compactada como dos metros de roca arenisca, y que debió ser perforada con mucho trabajo para extraer los huesos.

La excavación 

 La extracción de los grandes huesos de este animal tomó 4 campañas anuales de 2 a 4 semanas cada una y contó con la participación de numerosas personas como los autores del paper, y además técnicos y estudiantes, como Rogelio Zapata, Javier Pazo, Andrés Moretti, Jonatan Aroca, Leandro Ripoll, Christian Albornoz, Frank Endress, Agustín Pérez Moreno, Ignacio Maniel, Jorge Bolomey, Mauricio Cerroni, Guillermina Giordano, Silvina Martín, Damián Amarilla, Carlos Corral, Manuel Negrón, Iñaki Guaycochea, y Matt Lewin, además de la ayuda logística de Pedro Lucero y la colaboración de Luis Perouene y la familia Zarza.

El estudio

Por supuesto, la extracción fue apenas el inicio. La preparación del esqueleto, es decir la limpieza de los huesos extrayéndoles la arenisca de alrededor, llevó años, y fue encarada especialmente por Andrés Moretti, Jonatan Aroca, Rogelio Zapata, Akiko Shinya, Mara Ripoll, Miguel Romero y Leandro Ripoll. Una vez completada, llegó la parte del estudio, liderado por Juan I. Canale.

El trabajo científico fue publicado en el último número de la prestigiosa revista científica Current Biology. El título del trabajo en inglés es “New giant carnivorous dinosaur reveals convergent evolutionary trends in theropod arm reduction” (Nuevo dinosaurio carnívoro revela tendencias evolutivas convergentes en la reducción de los brazos de los terópodos).

El fósil fue estudiado entre Juan I. Canale, Sebastián Apesteguía, Pablo A. Gallina, Jonathan Mitchell, Nathan D. Smith, Thomas M. Cullen, Akiko Shinya, Alejandro Haluza, Federico A. Gianechini y Peter J. Makovicky.

Acerca del dinosaurio

El nombre

Meraxes refiere al nombre de un dragón creado en la serie de libros “Canción de Hielo y Fuego” del escritor George R.R. Martin, los cuales fueron llevados a la televisión con la mundialmente conocida ”Game of Thrones” (Juego de Tronos). Meraxes es uno de los tres dragones cabalgados por los hermanos Targaryen en su conquista de Poniente. El nombre de la especie, gigas (gigante, en griego) se refiere al enorme tamaño de esta especie. Aunque unos 2 metros menor que Giganotosaurus carolinii, el más grande de los terópodos conocidos, Meraxes se encuentra entre los dinosaurios carnívoros de mayor tamaño registrado.

El dinosaurio

El espécimen hallado consiste en el esqueleto más completo conocido para un carcarodontosáurido sudamericano y uno de los más completos carcarodontosáuridos del mundo. El individuo, que murió con alrededor de 45 años de edad (entre 39 y 53) alcanzaba unos 11 metros de longitud, e incluye un cráneo casi completo (el más completo para cualquier miembro conocido de este grupo) aunque sin las mandíbulas, vértebras fragmentarias del cuello y la espalda, el sacro completo, varias vértebras de la parte primera y media de la cola, la cintura pectoral (el omóplato o escápula y el coracoides) con los brazos y la cintura pélvica con las patas posteriores. Su peso se ha calculado en más de cuatro toneladas (4200 kg).

Sus características anatómicas muestran que este dinosaurio tenía algunas particularidades. Su cabeza era enorme, con huesos muy ornamentados con protuberancias, crestas y surcos, y sus dientes del tamaño de cuchillos. Sus brazos eran sorprendentemente cortos, del tamaño de los de una persona; su sacro tiene una forma curiosa, como de silla de montar, sus patas eran poderosas y su segundo dedo era rematado por una poderosa garra, que recuerda vagamente a la de los velociraptores o la de las chuñas, aves cazadoras que viven en el norte argentino.

Cabezas gigantes

Uno de los aspectos interesantes de los carcarodontosáuridos es que sus cabezas son muy grandes, a tal punto que la del gran carcarodontosáurido Giganotosaurus carolinii supera ampliamente en longitud a la del T. rex. Sin embargo, mientras que de T.rex se conocen varios cráneos completos, esto no era así para los carcarodontosáuridos cuyo adalid, Giganotosaurus, posee un cráneo enorme pero incompleto. Aquí es donde juega Meraxes; pues lo completo del cráneo, con sus 127 cm permite, por primera vez, tomar medidas detalladas de un cráneo de carcarodontosáurido y extrapolarlas el gran Giganotosaurus. Aunque el cráneo de Meraxes es proporcionalmente más angosto, permitió estimar la longitud total del cráneo de Giganotosaurus, el más grande de los carcarodontosáuridos y uno de los más largos en terópodos en 163 cm.

Brazos diminutos

Las alometrías son los cambios en las proporciones del cuerpo a lo largo del crecimiento; por ejemplo, en las personas, las cabezas van quedando más pequeñas al dejar la niñez, frente a un veloz crecimiento del cuerpo. Esto se puede observar en formas fósiles y, en algunos casos, estas diferencias de crecimiento de diferentes partes del cuerpo son extremas. Quizás el caso más icónico es el conocido T. rex donde sus brazos son ridículamente pequeños en proporción con el resto del cuerpo, pero no es el único. Otros grupos de dinosaurios terópodos, como los abelisáuridos y los alvarezsaurios poseen proporciones similares de sus brazos con respecto al cuerpo.

 ¿Para qué los brazos pequeños?

Mientras que en algunos dinosaurios carnívoros medianos a pequeños los brazos están muy desarrollados, como en los deinonicosaurios (raptores o rapaces) de largos brazos emplumados y las aves mismas, o los megaraptores de grandes manos, así como también en algunos enormes como el ornitomimosaurio Deinocheirus y el cenagnátido Gigantoraptor; la modificación en el tamaño de los brazos es exactamente la opuesta en los tiranosáuridos del hemisferio norte, los abelisáuridos australes y nuestro Meraxes: son notoriamente cortos, pero… ¿Para qué le servía a los carcarodontosáuridos tener brazos tan cortos? En principio, la evolución no necesita tener un objetivo o conducir a nada, a veces solo son accidentes evolutivos que, por no ser perjudiciales, permanecen. Sin embargo, también es posible que ayudaran a los machos a mantenerse sobre las hembras durante la cópula. Incluso hay quienes propusieron que los diminutos pero musculosos brazos de T. rex les servían para desgarrar presas. También se ha propuesto que los utilizaban como ayuda para levantarse del suelo al estar echados. En realidad, no lo sabemos con certeza y tampoco importa demasiado. Lo cierto es que los brazos de Meraxes son proporcionalmente tan cortos como los del T. rex y los abelisaurios como Carnotaurus. A esto se suma que, según esta investigación, en estos tres grupos de dinosaurios carnívoros se correlacionan el gran tamaño corporal con el acortamiento de los brazos y el aumento del tamaño del cráneo.

Mientras que el fenómeno de reducción evolutiva de los brazos en los grandes terópodos ha sido un tema de interés y curiosidad ligado a variadas explicaciones sobre sus posibles funciones, poco se ha dicho acerca de cómo esta rara característica evolucionó. Quizás lo más interesante sea que, en todos los linajes de grandes carnívoros, esto evolucionó independientemente. Es decir, que cada uno de los linajes que lo adquirieron, sean carcarodontosáuridos, tiranosáuridos o abelisáuridos, proceden de ancestros de brazos normales o largos. Yendo a más detalle, y reforzando su origen independiente, vemos que hay diferencias en la reducción de cada segmento del brazo (húmero, antebrazo, mano). Otro detalle para destacar es que en los tres grupos la reducción alcanza una proporción similar, como si hubiera algún tipo de límite a cuánto se puede acortar el brazo. ¿Por qué no puede acortarse más o desaparecer? Probablemente la respuesta esté en los huesos de la cintura pectoral, ya que en los tres grupos están completamente desarrollados. Esto implica que la musculatura que se origina en esta región anatómica (que se termina insertando en los huesos del brazo) también tenía un desarrollo importante, probablemente limitando la porporción en que estos huesos se podían reducir. En algunos grupos de aves, como los kiwis actuales, donde la reducción de las alas es mucho mayor; la cintura pectoral también está sumamente reducida y sus extremidades se pueden considerar como vestigiales, no funcionales. Por último, se ha establecido a través de este estudio que existe una correlación en carcarodontosáuridos, tiranosáuridos y abelisáuridos entre la reducción de los brazos y el aumento de tamaño del cráneo. Dicho de otro modo: las formas más derivadas (como Meraxes, Tyrannosaurus o Carnotaurus) tienen, en proporción, brazos más cortos y cráneos más grandes que los representantes más primitivos de sus respectivos grupos.

Patas poderosas

Una de las partes mejor preservadas de Meraxes son sus pies. Casi todos los huesos de sus dedos estaban en posición, mostrándonos con claridad su ubicación. Estos huesos robustos y con fuertes uniones ligamentarias entre sí, estaban preparados para sostener el elevado peso de estos enormes dinosaurios carnívoros. Una de las características más llamativas que mostraron estos materiales es la garra del dedo interno del pie, bastante más grande que las otras dos (casi el doble de larga que la del dedo externo) y con un borde ventral un poco más afilado. Si bien en formas más primitivas de estos terópodos, como Allosaurus esta característica está presente, nunca con el nivel de desarrollo que presenta Meraxes, por lo que resulta una característica hasta ahora propia de esta nueva especie.

¿Cuál es el significado de esta garra crecida en Meraxes? Las actuales chuñas utilizan su garra sobrecrecida para cazar, aferrando o clavando alguna presa más pequeña contra el piso. Aunque no nos es posible saberlo, esta es una inquietante posibilidad en un coloso carnívoro de 11 metros de largo.

La silla de montar de la reina Rhaenys Targaryen

Una de las particularidades de Meraxes es que en las vértebras que están por encima de su cintura pélvica (las vértebras sacras), las espinas dibujan un contorno semejante al de una silla de montar. Esta particularidad, que ya hemos visto en otros carcarodontosáuridos precede, por ejemplo, en el ibérico Concavenator, a una pequeña cresta o joroba, de función desconocida. ¿Tenía Meraxes una joroba al final de la espalda, antes del sacro? Es bastante posible, pero no tenemos suficientes vértebras de la espalda como para saberlo.

Datos sobre cómo vivió.

En los fósiles donde se preserva bien el interior del hueso fósil es posible realizar cortes delgados y analizar la estructura del hueso al microscopio, para saber cómo vivió ese animal. El espécimen de Meraxes estudiado murió hacia los 45 años de edad (entre 39 y 53) a lo largo de los cuales alcanzó unos 11 metros de longitud. Algo interesante es que, aunque sería bueno contar con algún especimen de menor edad para comparar, tejido óseo de su fémur muestra el doble de anillos de crecimiento que el individuo más viejo conocido de Tyrannosaurus rex (aunque el fémur del dinosaurio norteamericano es un 10 a 20% más largo). Aunque no podemos decir la edad exacta de Meraxes al morir, concluimos que había alcanzado la madurez tardíamente, bastante después de lo que lo hacía T. rex. Así, nuestro individuo de Meraxes se halla entre los dinosaurios carnívoros más ancianos que conocemos. Una comparación del modo de crecer de los dinosaurios carnívoros sugiere que Meraxes gigas alcanzaba su enorme tamaño alargando el tiempo de crecimiento (hipermorfosis) respecto a lo que sería normal para otros terópodos emparentados (como Allosaurus, del Jurásico de EEUU); es decir, continuaba su crecimiento por un mayor periodo de tiempo (como si los humanos, en lugar de dejar de crecer en altura a los 20 años ¡creciéramos hasta los 40! ¡Tendríamos alrededor de tres metros de altura!).

¿Por qué en la Argentina?

La Argentina es, para muchos, una especie de paraíso de los fósiles, dado que el 70% del territorio es árido y muestra las rocas y su contenido a simple vista. Sin embargo, cuando se recorren las extensas capas fosilíferas que afloran en la Patagonia y en el noroeste, solo se ven fragmentos de huesos rotos, casi irreconocibles para el caminante. El hallazgo de fósiles sólo toma su verdadera dimensión al ser colectado por especialistas, tomando nota y muestras de la roca alrededor y preparándolo cuidadosamente en el laboratorio por técnicos especializados.

El hallazgo de Meraxes cobra relevancia internacional no sólo por los huesos en sí, sino por el estudio puesto sobre el material y los años dedicados a interpretar qué significaba este dinosaurio en el contexto de lo que conocemos de su grupo. Esto fue posible gracias a que la Argentina tiene una extensa tradición paleontológica que contaba ya a principios del siglo XIX con representantes argentinos estudiando mamíferos fósiles, como Francisco Javier Muñiz y los hermanos Ameghino. Con la profesionalización de la Paleontología en Argentina, la fundación de la Asociación Paleontológica Argentina (APA), la Agencia Nacional de Promoción a la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), se formó un importante grupo de profesionales y críticos que permitieron mejorar la calidad de los trabajos, potenciando la importancia de que los materiales fósiles lleguen a las manos de profesionales.

La guarida del dragón

Los materiales fósiles originales de Meraxes gigas, con la numeración MMCh-PV 65, así como el resto de los fósiles procedentes de la zona se hallan depositados en el Museo Municipal de Villa El Chocón ‘Ernesto Bachmann’, Neuquén.

 ¿Por qué es importante?

Meraxes gigas incrementa la diversidad de terópodos conocidos para la Formación Huincul y agrega una nueva especie de depredador gigante para el Cretácico de América del Sur. Representa también el primer carcarodontosáurido con cráneo, brazos y pies muy completos, y el más anciano de los dinosaurios que conocemos, con alrededor de 45 años de edad. Además, Meraxes nos brinda información acerca de la relación entre los cráneos enormes y los brazos diminutos en los mayores dinosaurios carnívoros del mundo.

Presentación a los medios 

Instituciones Financiadoras

The National Geographic Society (EE.UU.)
Municipalidad de Villa El Chocón (Argentina)
Fundación Félix de Azara (Argentina)
The Field Museum (EE.UU.)
Agencia I+D+i (Argentina)
National Science Foundation (EE.UU).