Las festividades judías y el lugar del prójimo

El Rosh Hashaná en 2020 marca el inicio del año 5781 en el calendario hebreo, y se celebra con la primera estrella del primero del mes de Tishrei que este año coincide con la noche del viernes 18 de septiembre hasta el domingo 20 de septiembre. Por Mario Eduardo Cohen.

Las festividades religiosas nos hacen recordar que no estamos solos en el universo y que también tenemos obligaciones con nuestros semejantes. Generalmente las celebraciones religiosas tienen por objetivo re –unir a los seres humanos con un fin relacionado con el Creador. Es curioso que la palabra “reunión”, que viene del latín, signifique: “acción de volver a ser uno”.

Es decir que cuando nos juntamos con otras personas volvemos a adquirir el carácter social que caracteriza a los seres humanos.

Al respecto escribió el filósofo judío Emmanuel Lévinas: “Jamás existimos en singular porque estamos relacionados con los seres y las cosas que nos rodean. (…) Yo no soy el otro, pero no puedo ser sin el Otro”, y concluye diciendo, que no debemos “ser para sí, sino ser para el Otro y con el Otro”.

Tal como desarrolla Lévinas, es el rostro del Otro que nos obliga a hacernos cargo de su dolor, desde su fragilidad, y nos impone un mandato de responsabilidad. En sus palabras “soy yo en la sola medida en que soy responsable”. El Otro está representado por el extranjero, la viuda y el huérfano, y también todo aquel que está sumergido: el esclavo, el colonizado, el inmigrante, el marginado, el que tiene hambre, el enfermo, todo aquel que sufre. Siguiendo a Lévinas, nuestro desafío actual consiste en robustecer a los que sostienen la ética de la responsabilidad. De la misma surge la conciencia moral que condena la indiferencia aunque no esté castigada penalmente.

Lamentablemente, durante la actual pandemia, el miedo ha sacado a la luz nuestros peores prejuicios sobre los “otros” (vecinos, extranjeros, posibles contagiados, personal de la salud que están en contacto con los enfermos, etc.). Sentimientos que deberemos desterrar para volver a la solidaridad que nos proponen las religiones y Lévinas.

Estamos en un momento angustioso de la humanidad, en el que muchos han perdido a sus seres queridos; y lamentablemente no sabemos cuándo finalizará la pandemia. La misma nos ha creado incertidumbre, confusión, aislamiento emocional, problemas de convivencia, inseguridad económica, etc.

En este contexto, las religiones nos brindan un soporte que nos da confianza y esperanzas para soportar la crisis.

Justamente, la colectividad judía entra hoy a la noche en el período de las llamadas Altas Fiestas judías (el Rosh Hashaná =Año Nuevo, y luego el Iom Kipur = Día del Perdón). La pandemia privará, por este año, de la reunión familiar y de amigos, en la casa y en la sinagoga. La re-unión tendrá que ser virtual y no física. Seguramente que el año próximo volverán las reuniones y retornarán los abrazos nuevamente.

El sentido es el mismo. En nuestra lengua, la expresión “ser humano” está formada por dos voces y se trata de un solo concepto que contiene en su composición el verbo “ser”, lo que indica que esta acción se puede alcanzar o se puede perder. Alain Finkielkraut lo expresa claramente: “Lo humano en el hombre no es un elemento de la naturaleza sino una cualidad precaria, siempre sujeta a desaparición”. ¡Debemos estar siempre en alerta!

Justamente las Altas Fiestas judías convocan al sentido moral de la existencia humana, el recuperar las muchas veces olvidada condición humana.

Representan la época ideal para la realización de un balance del mayor capital que tiene cada ser humano: la vida. En síntesis, es una oportunidad para re-pensar el tiempo, un re-nacimiento y un momento para retomar la responsabilidad para con el “otro”.

Mario Eduardo Cohen es docente de la Universidad Maimónides y presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí, CIDICSEF.

 

Fuente: CLARÍN