Jánuca, la fiesta de las luces

Por Sonia Herskovits

“La sabiduría sobrepasa a la locura tanto como la luz sobrepasa a la oscuridad”
(Eclesiastés 2:13).

La festividad, que comienza el día 25 del mes judío de Kislev y dura ocho días, en el calendario gregoriano suele coincidir con la Navidad Cristiana. Este año se extiende entre el domingo 22 y el lunes 30 de diciembre. La palabra Jánuca significa inauguración y conmemora la reinauguración del templo de Jerusalén. Una celebración que representa la supervivencia espiritual y religiosa del pueblo judío.

En el siglo 2 a.e.c., el régimen griego de Antíoco IV Epífanes, rey del Imperio Seléucida, prohibió a los judíos practicar sus tradiciones y costumbres, como por ejemplo el shabat, el estudio de la Torá y la circuncisión. Todo esto fue deteriorando la práctica del judaísmo, y profundizando la asimilación.

Un pequeño grupo de guerreros con mínimos recursos, conocido como los Macabeos, se rebeló para recuperar la libertad de expresión y asegurar la continuidad del judaísmo. Cuando entraron a Jerusalén, encontraron el Templo Sagrado en ruinas y profanado con toda clase de ídolos.  Luego de limpiarlo lo reinauguraron, y cuando quisieron encender la Menorá (candelabro de 7 brazos) solo encontraron un cuenco con aceite. Estaban seguros de que apenas alcanzaría para un día, pero se produjo un milagro, ya que duró ocho días encendida.

Una metáfora del legado religioso y espiritual que se transmite de generación en generación.

A partir de entonces, la comunidad judía celebra la “Fiesta de las Luminarias” durante ocho días, en honor a esta victoria histórica y al milagro del aceite.

Recordar y celebrar

Durante la festividad se enciende la Janukiá, que está formada por ocho candelabros individuales y uno adicional, en hebreo llamado “shamash”, que se diferencia del resto en altura, y es usado para encender las otras velas. Se prende una vela cada día al atardecer hasta completar el octavo día. El orden va de derecha a izquierda: el primer día se coloca una vela en el extremo derecho y cada día se agrega otra a su izquierda.

El candelabro de Jánuca se coloca en una ventana para que la luz sea un faro que pueda ser visto desde el exterior.

Es costumbre reunirse con familia o amigos alrededor del encendido para compartir e intercambiar regalos. Los más chicos suelen recibir monedas de chocolate, ya sea durante los ocho días o durante el último.

En aquellos tiempos de opresión, los niños estudiaban Torá a escondidas, pero cuando corrían el riesgo de ser descubiertos, se ponían a jugar con el Sevivón (perinola). Es por ello que en los festejos también se juega con la perinola, y se cantan canciones alusivas.

Para honrar al milagro del aceite que mantuvo prendida la Menorá durante ocho días enteros, en Jánuca es costumbre comer alimentos con una buena cantidad de aceite. Los tradicionales latkes (tortillas fritas de papas); los buñuelos de calabaza o zanahoria y los sufganiyot, que son pastelitos de masa frita parecida a la que da forma a las donas y, están rellenos de mermeladas o chocolate.

Mario Eduardo Cohen, presidente del Centro de Investigación y difusión de la Cultura Sefardí (CIDiCSef) y docente de nuestra Universidad, explica que Jánuca y Navidad guardan similitudes en la forma de festejarlas. “La principal es la época del año en que se celebran, ambas están asociadas al número 25 (Jánuca comienza el 25 del mes hebreo de Kislev y Navidad es el 25 de diciembre); los ocho días de duración de la hebrea y otros tantos de separación entre la Nochebuena y el Año Nuevo cristianos; el carácter de reunión familiar, los regalos para los más pequeños, la sugerencia de mostrar el símbolo de la festividad en un lugar visible para que los demás lo puedan ver y, por sobre todos los detalles, la importancia otorgada al elemento luz”.

La luz representa bondad, sabiduría y belleza, y según la tradición judía un haz de luz tiene el poder de disipar una enorme oscuridad.

La Jánuca judía y la Navidad Cristiana son dos celebraciones que -en la diversidad- están unidas por el símbolo de la luz y la riqueza de la diferencia.