Cristianos y judíos celebran al mismo tiempo sus respectivas Pascuas, recordando los principios éticos universales enunciados hace milenios. Son fechas para reencontrarse, compartir y reflexionar en familia y con los seres queridos.
En Semana Santa, el mundo cristiano conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, según se relata en el Nuevo Testamento de la Biblia. En Pesaj, la comunidad judía evoca la liberación física y espiritual de la esclavitud de los faraones en Egipto hace más de tres mil años, cuando Moisés encabezó el éxodo por el desierto hacia la “Tierra prometida”. Dura siete días en Israel y ocho en la diáspora -fuera de Israel-.
Bajo la misma luna
Todos los años nos planteamos el siguiente interrogante: ¿por qué suelen coincidir algunos días de ambas conmemoraciones? (aunque no siempre ocurre). La semana de la Pascua hebrea comienza siempre el 14 del mes de Nisán, que es considerado el momento del nacimiento del pueblo judío, y generalmente coincide con la luna llena de marzo o abril. Cabe destacar que el calendario hebreo es lunisolar y por el cual se rigen todas las festividades judías.
Este año Pesaj empieza con la puesta del sol del viernes 19 abril –cuando tiene lugar el primer “Seder”-, y culmina al anochecer del sábado 27 abril. Para calcular la fecha de la Pascua católica y protestante, se toma el equinoccio del 21 de marzo y se busca la primera luna llena posterior. El Domingo de Pascua es el primer domingo siguiente a dicha fecha, que en esta ocasión es el 21 de abril.
“El vocablo “Pascua” proviene -a través del griego y del latín- del hebreo “Pésaj”, nombre de la celebración pascual judaica. Si bien recuerdan hechos diferentes, tienen puntos en común. El padre Guillermo Marcó expresó en el diario La Nación (23-3-2008) que la Pascua cristiana tiene raíces judías y que “no se trata de dos fiestas diferentes”, sino de la “resignificación de la primera”. Y afirmó que es probable que haya sido en el Pésaj la última cena de Jesucristo. Incluso que la hostia podría derivar de la “matzá” (pan ázimo elaborado solo con harina y agua que los judíos consumen en Pésaj)” explica Mario Eduardo Cohen, docente de la Universidad de Maimónides y presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí (CIDICSEF)
La cena de Pesaj
El “Seder” es una celebración familiar, en donde se cuenta la historia de la salida de Egipto, sus significados e importancia, que generalmente es narrada por los padres a sus hijos y al resto de los invitados. Además de haber sido liberados en esta fecha, también hay una nueva liberación: tradicionalmente, se dice que es un momento en el que cada generación y persona debe verse a sí misma como si ella misma estuviera saliendo otra vez del Egipto en el que vive.
La primera cena es el viernes 19 de abril y la segunda el sábado 20.
La palabra Seder significa orden y se denomina así porque es una comida ritual acompañada por un orden específico de 15 pasos, a diferencia de cualquier otra comida festiva en el año.
Durante el relato de la historia del éxodo, se comen algunos alimentos con significados simbólicos, como la matzá, el maror (hierbas amargas), el jaroset (en la tradición ashkenzi se lo suele preparar con manzana, nueces y canela; mientras que en la sefaradí con pasas de uva) y el vino. Cada uno representa la libertad y la esclavitud, y a lo largo de la noche su consumo representa un concepto distinto en cada momento.
La matzá
Es el “pan de la aflicción”, el pan del hombre pobre, comido por los esclavos. También es el pan de la libertad y del bienestar de la liberación. Es un pan ácimo (elaborado sin levadura) hecho con harina y agua, que se come durante toda la semana, y recuerda que en su apresurada huída de la esclavitud el pueblo hebreo no tuvo tiempo de dejar leudar el pan.
Uno de los principales motivadores para los más chicos es que antes de inicar la cena, quien dirige el Seder esconde un pequeño trozo en algún lugar de la casa y al final de la noche los niños la buscan. Quien la encuentra primero recibe un “premio”. Es lo último que se come esa noche.
Reunión y Convivencia
Las Pascuas cristiana y judía están unidas por un sentimiento de hermandad entre los pueblos y el respeto por el valor de la vida. Así es que nuestro compromiso debiera ser reconocernos y conectarnos como una gran familia en un mundo plagado de hostilidades.
La unión entre ambas celebraciones se refleja en las grandes ciudades o pequeños pueblos, donde al mismo tiempo conviven en un mismo edificio o casas contiguas, mesas festivas con comidas sabrosas donde sobresalen la matzá y las roscas y huevos de pascua.
“Frente al exagerado individualismo, la falta de solidaridad , el egoismo y la egolatría de nuestros tiempos, es cuando resuenan con más fuerza los preceptos de las Pascuas, en el sentido del compromiso continuo con el prójimo”, destaca Cohen.
Acontecimientos tan importantes, nos invitan a todos a pensar y dialogar sobre el inmenso valor de los derechos humanos y a asumir la responsabilidad para alcanzar la paz en el mundo, terminar con la violencia y opresión, y combatir la pobreza material y espiritual.
Por Sonia Herskovits